Enrique Quero

Serguei Filippovich Goncharenko: poeta, filólogo, traductor, gestor y embajador de la lengua y la cultura españolas

 

Quiero aprovechar estas líneas para hacer sentida reflexión sobre la figura inmortal de nuestro compañero y amigo, Serguei Filippovich Goncharenko. Y quiero hacerlo desde el cariño y el aprecio hacia su trayectoria vital como grandísimo poeta y traductor reconocido en todo el mundo (especialmente en la esfera hispanoamericana), y como gestor de la Universidad Estatal Lingüística de Moscú.

Como traductor ¡qué decir!, su dilatadísima trayectoria habla por sí misma: si el lector ruso puede acceder a la literatura en lengua española en toda su dimensión es gracias, en gran medida, a la infatigable y sensible pluma de Serguei. Ninguno de nuestros escritores más célebres se le resistió desde Góngora o Lope de Vega a Vicente Aleixandre, Rafael Alberti o José Agustín Goytisolo, sin hablar de los más célebres escritores de Hispanoamérica como Pablo Neruda, Rubén Darío, León de Greiff o Jorge Luis Borges. Más de un centenar de escritores españoles e hispanoamericanos vieron su luz en Rusia gracias a la frenética actividad traductora de Serguei. Pero mucho menos se ha dicho y escrito de su no menos importante labor como gestor. En sus años de vicerrector de Ordenación Académica de la Universidad Estatal Lingüística de Moscú supo hacer de esta institución un referente a nivel mundial no sólo en la formación de traductores, sino de especialistas licenciados en otros ámbitos. Durante su gestión la Universidad Estatal Lingüística de Moscú tejió una importantísima red de intercambios con universidades de todo el mundo, muchas de ellas españolas y, entre ellas, como no, la Universidad de Granada. Además se crearon nuevas titulaciones y se reforzaron las ya existentes. Trabajador infatigable, alternó como nadie, y a los hechos me remito, su labor como gestor con la escritura creativa, la enseñanza y la investigación de una forma admirable: un centenar de publicaciones en los ámbitos de la teoría de la traducción y de la traducción poética (de la que era un conocedor experto), la lingüística teórica y la literatura, tanto española como hispanoamericana, completan una trayectoria excelsa y brillante. Y, ¿qué decir de él como poeta? Un gran poeta. Su poesía era un fiel reflejo de su personalidad arrolladora: comprometida, profunda, espiritual, auténtica.

La figura de Don Quijote, al que el tanto admiraba como excelente hispanista que era, iluminó su actividad poética y vital. Tan sólo voy a recordar unos versos de su poema Suma Sumarum:

 

Творец : ты этот мир не дотворил,

не нам судить, ошибся ты или прав,

…труба судбы на этом повороте

планеты, помнящей о Дон Кихоте”.

 

Sobran las palabras. Con estas líneas no quiero más que expresar mi más reconocida admiración hacia una mente preclara y, por encima de todo, a una grandísima persona. Los que lo conocimos de cerca lo sabemos bien. Fue un gran hombre, un hombre con mayúsculas, una personalidad irrepetible. Hasta siempre, Serguei.

 

                               Enrique F. Quero Gervilla

Publicado en la revista Mundo Eslavo nº5. Págs: 8-9. ISSN: 1579-1372