Andrés Santana Arribas

Andrés Santana Arribas en la actualidad es profesor de ruso del Centro Superior de Lenguas Modernas de la Universidad de Cádiz. Fue pro­fesor de la Universidad Estatal Lingüística de Moscú, entre 1994 y 2006, y profesor del Ins­tituto Cervantes de Moscú, entre 2002 y 2006.

Serguéi Goncharenko, alma mater del hispanismo ruso

«Тraductor y embajador ruso de la poe­sía hispana» llevaba por título un artí­culo publicado el pasado 19/05/06 en la Sección de Opinión del diario El Mundo con motivo de la tragedia sufrida por el hispanismo ruso al fallecer inesperadamen­te el pasado 9 de mayo una de sus grandes joyas, el académico Serguéi Goncharenko.

En un país como Rusia, donde, por motivos históricos y socio-políticos de sobra conoci­dos, sólo ahora comienza España a poner en práctica una auténtica política educativa y cultural (recordemos que el Instituto Cervantes se inauguró en Moscú en febrero de 2002 y que las relaciones diplomáticas entre ambos países se restablecieron tan sólo en 1975), el hispanismo ha vivido momentos de grandes altibajos y épocas realmente duras, en las que los estudios hispánicos estuvieron al borde de la desaparición, como resultado de la ambiciosa política cultural exterior de potencias internacionales como Francia, Alemania o el mundo anglosajón.

No procede obviar aquí que las excelentes relaciones personales e institucionales que mantiene el presidente Putin con nuestro jefe del Estado, así como con los Sres. José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero, no han cristalizado hasta el momento presente en la firma de grandes acuerdos empresaria­les o políticos bilaterales. Se da la paradoja de que, sin contar con presencia importante ni especial peso específico en Rusia, la imagen de nuestro país es muy positiva en esta parte del planeta, pues reside en el subconsciente del pueblo ruso como modelo de transición democrática y somos el segundo destino turístico preferido de los rusos, tan sólo por detrás de Turquía. Amén de nuestra amable climatología, los motivos de nuestra positiva imagen en Rusia están enraizados indudable­mente con el hecho de que nuestra lengua y nuestra cultura nos sirven de tarjeta de pre­sentación en estas tierras euroasiáticas.

No puede dejar de maravillarnos nunca como españoles que en un país tan lejano como la Federación Rusa se lea “El Quijote” en las escuelas de manera íntegra y conscien­te (¿qué escuela española se plantea la necesi­dad y consigue que en sus aulas se lea de ver­dad la obra de Cervantes?; ¿cuántos escolares nuestros serían capaces de contar o describir algún pasaje de esta obra?) y que escritores como Cervantes, Lope de Vega o García Lorca sean venerados casi como escritores rusos. Nos decía en una reciente visita a Moscú el diplomático español José Cuenca, insigne cervantista y embajador de España en Moscú durante los años de la Perestroika, que “Sin duda, Rusia es, inmediatamente después de Gran Bretaña, la segunda gran potencia del mundo en cuanto a lectura, estudio y apreciación de “El Quijote”.

No podría explicarse el gancho que tiene todo lo nuestro en Rusia sin un reconoci­miento expreso a la gran aportación de aque­llos países latinoamericanos que mantenían relaciones de amistad de la URSS a la pro­moción de lo hispano, compensando la mala imagen producida en esta parte del planeta por la dictadura militar franquista.

Especial mención merece en este sentido la nunca suficientemente reconocida labor de los Niños de la Guerra enviados por el Gobierno de la República a la Unión Soviética a causa de la guerra civil española. Aquellos Niños de la Guerra y sus tutores supieron integrarse en la sociedad soviética, contribuyendo desde dentro del sistema y des­interesadamente a la enseñanza del español, la elaboración de materiales didácticos y, en defi­nitiva, con su actitud patriótica, a que los pue­blos que formaban la URSS se enamoraran más aún de nuestra cultura, contagiando en sus puestos de trabajo su amor por España.

Y sin embargo, por encima de todos estos elementos de peso, habría que subrayar el papel desempeñado por los hispanistas rusos durante toda su difícil historia. Ellos son los auténticos herederos de Don Quijote, luchando contra molinos de viento con la lanza de su desinteresado optimismo y el escudo de su gran conocimiento y cariño por lo hispano.

Por todo lo anteriormente referido, nos pare­cen especialmente acertadas las sentidas declaraciones a la Agencia EFE por parte del director del Instituto Cervantes de Moscú, Víctor Andresco, tras conocerse la triste noti­cia del fallecimiento de Serguéi Goncha­renko: “Es una gran pérdida no sólo para el hispanismo ruso, sino para el hispanismo mundial, porque Goncharenko fue uno de los que mantuvo vivo el español en los años más difíciles”.

No es de extrañar por tanto que fuera despe­dido de este mundo con todos los honores y al más alto nivel. Emotiva y multitudinaria resultó la despedida que se le tributó durante los actos fúnebres del 11 de mayo, que aun­que pretendía ser un homenaje más bien ínti­mo por parte de familiares, amigos y colegas de la universidad, acudieron finalmente altos representantes de la diplomacia y la política, entre otros el embajador de Cuba y Mijaíl Kamynin, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia y ex embajador de este país en España. Hubo mensaje de condolen­cia y corona de flores del Kremlin, bajo la gestión personal de Igor Ivanov, compañero de promoción del fallecido y actual secretario del Consejo de Seguridad de Rusia (ante­riormente había sido embajador de Rusia en Madrid y ministro de Asuntos Exteriores de Rusia). Prácticamente todas las embajadas latinoamericanas hicieron llegar unas palabras de condolencia a la Universidad Estatal Lingüística de Moscú y la Embajada de España envió una corona de flores con una gran cinta con los colores de la bandera nacional y otra cinta fúnebre en la que se podía leer: “Al presidente de la Asociación de Hispanistas de Rusia”. También enviaron sus condolencias numerosas universidades espa­ñolas (la Universidad Lingüística de Moscú es el centro docente ruso que cuenta con más acuerdos interuniversitarios con España) y personalidades del mundo docente, literario y académico. Durante el entierro en el cemen­terio de Jimki, a pie de tumba, pronunció unas palabras de consternación y respeto el secretario de la Unión Internacional de Escritores de Rusia, Sr. Oganián, quien califi­có al fallecido como gran poeta ruso y exce­lente traductor literario. El acto tuvo lugar con todos los honores e incluyó guardia de honor, orquesta y salvas militares.

Con Serguéi Filíppovich muere el mejor aliado cultural de España en Rusia y la per­sona que mantenía viva con fuerza la llama del hispanismo en este país. El hispanismo ruso queda en cierta manera huérfano, pues Serguéi Goncharenko, siempre conciliador y ojo avizor, era la única persona capaz de ejer­cer como nexo de unión entre las diferentes familias de hispanistas de distintas universida­des y ciudades de Rusia.

Y es que hablar de Serguéi Goncharenko sig­nifica englobar en esas dos palabras toda la historia reciente del hispanismo ruso. Con su habitual derroche de optimismo, fuerza vital, paciencia y saber hacer, se convirtió de mane­ra natural y merced al reconocimiento de sus colegas en alma y motor del hispanismo del mayor país del mundo. Su entusiasmo, previ­sión y capacidad organizativa hicieron posible la realización, con el apoyo y el patrocinio de la Embajada de España, de una de sus más brillantes iniciativas institucionales, la crea­ción en 1994 de la Asociación de Hispanistas de Rusia (AHR).

No es necesario en un foro tan especializado en hispanismo como Paralelo 50 presentar a Serguéi Goncharenko. Una persona que fue doctor y catedrático de Filología Románica y Lingüística y vicerrector de Investigación de la Universidad Estatal Lingüística de Moscú, miembro correspondiente en Rusia de la Real Academia Española, miembro numera­rio de la Academia de Ciencias Naturales de Rusia, presidente de la Asociación de Hispa­nistas de Rusia, presidente del Comité de Traducción Poética de la Federación Inter­nacional de Traducción, autor de más de 80 trabajos científicos, traductor al ruso de más de 150 poetas extranjeros, en su mayoría españoles e hispanoamericanos, y poeta con 13 poemarios publicados, no necesita eviden­temente de presentación alguna.

Sí conviene, no obstante, recordar algunos de sus principales trabajos a modo de orienta­ción, habida cuenta lo prolífico de su produc­ción científica y artística.

Conferenciante activo, con más de 100 con­gresos y foros científicos nacionales e interna­cionales en su haber, fue autor de más de 80 trabajos científicos filológicos lingüísticos y traductológicos (publicados en ruso, español, francés e inglés), entre los que cabría destacar: Evolución del sistema metafórico español en los siglos XII-XVII (1972), La poesía latino­americana en lengua rusa (1972), Aspectos pragmático, semántico y estilístico de la tra­ducción poética: un enfoque diacrónico (1978), Formación de la escuela rusa de la tra­ducción poética (1978), El octosílabo español reflejado en el espejo del verso ruso (1980), La función pragmática de la rima (1982), La Métrica de Bello y la teoría moderna de la versificación española (1983), Estilística del verso español (1983), La rima española (1987), El aspecto informativo de la comuni­cación interlingual poética (1987), Funciones comunicativas del metro y el ritmo en la poe­sía hispánica (1987), El contenido informativo de las estructuras fónicas en la poesía españo­la (1987), Análisis estilístico del texto versal español (1988), La palabra en el texto poético: aspectos informativo y comunicativo (1988), ¿Es silábica la silábica española? (1988), Estructuras versales del texto lírico y su tra­ducción (1988), Razones para estudiar el dis­curso poético extranjero (1991), Autología, metalogía y pseudoautología: tres géneros de la poesía y tres métodos de traducción poéti­ca (1994),Teoría del discurso poético español (1995), Teoría de la rima española (1996), Cómo se concibe un curso de Teoría y Práctica de la Traducción Poética en las Universidades Rusas (1996), ¿Es traducible la poesía? (1998), El potencial heurístico y la adecuación trópica en la traducción poética (1998), La traducción poética y la traducción de poesía: constantes y variabilidad (1999), El factor «género» en la traducción poética (2000), Alfonso X el Sabio y la Escuela de Traducción de Toledo(2003).

Es autor de numerosas monografías científicas, poco conocidas por el momento entre los cír­culos hispanísticos mundiales, debido a que están publicados únicamente en lengua rusa, pero que incluyen innovadores puntos de vista y aportaciones totalmente novedosas a la teo­ría del texto poético español. Destacamos aquí: “Fundamentos teóricos del texto poético español” (1988), “La rima española” (1987), “La poesía española en sus traducciones rusas de los años 1789-1980” (1976, 1984), “Estilística del texto poético español” (1983).

Autor de más de sesenta y cinco monografí­as y antologías, tradujo a más de un centenar de autores hispanos, empezando por Miguel de Cervantes y terminando por León de Greiff, pero pasando por Garcilaso, Lope de Vega, Juan de Mena, Quevedo, Góngora, Rubén Darío, José Martí,Vicente Huidobro, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Gerardo Diego, Vicente Aleixandre, Nicolás Guillén, Pablo Neruda o Jorge Luis Borges. También tradujo poesía de otras len­guas, aunque su obra más conocida es “La poesía española en sus traducciones al ruso”, gran antología bilingüe de las mejores traduc­ciones rusas de grandes poetas españoles (fir­madas por grandes traductores como grandes firmas literarias como Valeri Bryúsov, Ilyá Erenburg, Borís Pasternak o Marina Tsvetáyeva, así como por los más grandes tra­ductores rusos de todos los tiempos: Gueleskul, Grushkó, Almázov, Samáyev, Reznichenko, Dubin, Tiniánova, Mórits, Sávich, Vasíliev, Yakobsón o el propio Goncharenko), recogida en dos sucesivos tomos (1978, Progress; 1984, Ráduga), agotados desde hace muchos años y que hoy resultan práctica­mente imposible de encontrar, pese a su tirada de 200.000 ejemplares.

Paralelamente, nunca dejó de lado su labor artística como poeta en lengua rusa, con trece libros publicados entre 1980 y 2005. A pesar de su intensa e incluso frenética labor admi­nistrativa, académica y científica, Serguéi Goncharenko se consideraba por encima de todo poeta. En nuestros 15 años de amistad y colaboración, jamás le escuché pronunciar queja ni lamento alguno, con una única excepción: me confesó en varias ocasiones con sentida amargura ser un poeta intraducible. Resulta fácil imaginar que sensación de impotencia debía sentir un traductor de poe­sía tan genial y prolífico como él (más de 150 poetas traducidos al ruso desde el español, el francés, el portugués, el catalán y hasta el fili­pino) al comprobar que su propia obra poé­tica no podría llegar a los hispanohablantes de todo el mundo. Ese era su sueño y me per­mito aprovechar esta inmejorable ocasión para que sea el propio Serguéi Goncharenko quien se despida con su arte poético:

 

Знать, сеятелю лишь и ведом вес,

которым Небо наделило зерна…

Лишь знатоку и бездны, и небес

В незнании сознаться не зазорно.

Стыдится челядь, что не знает знать,

чья именно душа вселилась в скрипку.

Лишь мудрецу немудрено признать

свою неправоту или ошибку.

Какой же жар и ледяной озноб

и снова жар, и пот холодный снова

поэту надобно изведать, чтоб

магическим кристаллом стало слово?

(Original: Serguéi Goncharenko)

 

Ver puede el sembrador no más

el peso dado por su Dios al grano…

Mas quien la nada sabe celestial

admite sinsaberes sin engaños.

Al siervo turba que el señor no ve

qué alma el violín de quién habita.

Solo al sabio es natural saber

 de fallos y defectos en su vida.

¿Y qué caliente mas glaciar sudor,

ardor polar la piel del poeta llena

en tanto obra su juglar misión:

en mágico cristal tornar las letras?

(Traducción Andrés Santana Arribas)